Sunday, February 05, 2006

...Y wendy creció

... y Wendy creció



He decidido escribir éste relato corto por numerosas razones que ahora no vienen a cuento, pero la principal es que me da miedo la prosa, la novela y/o el relato corto, es uno de mis propuestas y retos para el año que acaba de nacer.


... y Wendy creció.


Todo ha de empezar siempre por el principio, no es mi caso, he nacido al revés, de culo. Tengo tres años metafóricamente hablando. De hecho cumplo más.

Tengo tres amigos favoritos. Tengo 3 actrices favoritas. Tengo 3 películas favoritas. El tres siempre me ha acompañado cuando menos lo he premeditado.

3 han sido las mujeres de las que me he enamorado perdidamente. En las 3 ocasiones ninguna de ellas me ha correspondido.
Por ellas tres daría todo lo que tengo: mi alma, mi tiempo y mi vida.

Tres cosas le pediría a las reinas magas: que me amen con pasión, que me mimen con amor
Que no me causen dolor.

A parte de eso, nada puedo pedir, porque nada tengo, nada deseo sino sólo eso:
sólo un Beso.

Con una de mis amores he sufrido, sufrí y sufriré lo insufrible. La he amado con toda mi alma. Durante un tiempo pensé que la había ... olvidado.

El tiempo o el destino han sido crueles conmigo. Pues no me ha amado. Yo a ella sí. Ya que todavía hoy se niega a verme, escucharme y coger el maldito teléfono...

Me he de conformar con sólo su recuerdo. Que, obviamente lo recuerdo con añoranza y esperanza de que algún día de su vida me comprenda y me entienda. Yo a ella la seguiré amando. Hasta el fin.

El final. Por ahí he de empezar.

Todo acabó como había empezado: nada. Y la nada es el sentimiento más ruín y más malvado que existe. El NO eterno. Un pozo sin fondo, un día sin sol, tener hambre y no comer ...

Una vez pasado el tiempo me pregunto sin cesar si la verdad es que no es mejor así. Somos demasiado semejantes como para amarnos semejantemente, valga la redundancia.

Pero habría dado todo. Sin pedir nada a cambio. Cuando la conocí intuí que algo me ocurría en mi estómago, ahí por el hígado ó el páncreas.

Todavía al oír su voz en mi interior tengo unas cosquillas constantes, un no sé qué hacer si la veo. Le escribo sin esperar respuesta alguna.

Si os digo que la conocí en un bar miento, mas en un bar fue cuando me pregunté: “ ... y ella me puede ... amar ... a mí??” Es la segunda persona de quién me he enamorado perdidamente.

Sin buscarla la encontré. Sin pensarlo me encontré con una serie de sentimientos que reconocía perfectamente. Aquellas palabras eran el inicio del fin. Del fin de nada, como ya han adivinado.

Me acerqué a ella todo lo que pude. La escuchaba atentamente. La observaba desde la distancia. La amaba sin imaginarme el final de la nada. Siempre con ilusas ilusiones ficticias? Verdaderas?

Conociéndola un poco era muy evidente lo que me podía pasar. De hecho así fue. Es demasiado buena como para ser real. Es alguien de marcado carácter, de personalidad muy fuerte,quizá demasiado?

Confieso que no cambio lo que viví muy intensamente durante aquellos tres días de hace casi tres años por nada de mis tres posesiones... bueno sí por su amistad, que la he perdido.

Ella es ... digamos que es: especial, de mirada profunda, un poco más baja que yo, ojos miel, cara pálida, y espíritu revolucionario ... y muy-muy responsable. Cualidades que amo ante todo.

Yo soy ... digamos que soy: normal, amo las “cosas” bellas, amar con pasión y el número tres- aunque depende la situación-. No tengo nada más que dar que mi vida, mi pasión y mi tiempo.

Cada cual con lo suyo. Demasiados semejantes. ¿Será cierto eso de que los polos semejantes se repelen? Es el destino y cupido. Cupido falló y no se lo tendré en cuenta, al menos de momento.

Hay innumerables miradas, situaciones que mi pobre corazón mira de soslayo y me dice que me guié por él. Y, que, sobre todo me guié por mi alma que también es mía.

Como recordarán ha sido, es y pues será el gran amor de mi vida. La recuerdo como alguien bello. Un ser que sigue a su instinto, distinto a mi destino. Su nombre no es importante.

Su nombre es amor en un idioma que muy poca gente entiende. Ella tampoco me ha intentado entender. Yo a ella sí, desde todos los ángulos angostos tal si fuese ella un caleidoscopio.

Adoro los caleidoscopios, porque nos aportan una visión sumamente angular de la vida. Ó eso creía yo, infeliz de mi. Cada cual con lo suyo, que para complicada la vida.

De hecho la vida es más sencilla de lo que los mortales pensamos: o sí o no. No hay más vueltas que darle. Porque para dar vueltas ya existen los tiovivos. Yo nací en uno de ellos.

Nací en un pueblo determinado. Determinado por la naturaleza y determinado por la vida. Vida la mía que un día se topó con la suya. A la que amo profundamente.

En cuanto me dí cuenta de que la amaba tan ... profundamente hice todo lo posible por prohibirme amarla. Un día descubrí una foto suya por la computadora y no cesé de ... amarla.

La amaba con tanta dedicación como se puede amar a un objeto bello, dichoso él que se presenciaba ante mí. Poderosamente me poseía y no cesaba de observarla.

El tiempo siguió sin detenerse ante tal acontecimiento. Mi amor por ella resurgió sin cesar. Sin pestañear me encontré llamándola un día de nuestras vidas.

Y el tiempo no había pasado. Cuando el tiempo pasa un beso es sólo un beso, un suspiro sólo es un suspiro. Cuando el tiempo pasa ... eso es lo importante. Ó eso dicen.

Al oír su voz rasgada por quién no cesa de hablar le llegó a mi alma cuan agua de mayo ... y eso fue lo que me brindó la oportunidad de volver a ... amarla.

Desde la llamada de teléfono pude comunicarme con ella por medio de la computadora. Su: “Estoy viva” me retumbó. Tuve que releer lo escrito para comprobar que su alma estaba impresa en él.

Nada estaba escrito. La vida no se escribe hasta que estamos preparados para contarla y/o transmitirla. Es necesario el tiempo. El tiempo necesario para asumir la realidad.

Es evidente que depende de quién te narre la realidad puedes sacar unas conclusiones ó otras. No existe la mentira, es según se mire la verdad.

Y la verdad como el amor es tan subjetivo como el tiempo: a veces nos pasa sin darnos cuenta. Otras veces por el contrario no nos pasa, curioso, ¿no?

Nuestras miradas se encontraron después de lo ocurrido y de lo no-ocurrido. Cuan dos gotas de agua, no se separaron hasta que terminé el café que me tomé.

El tiempo se paró. Sin mirar atrás ó a los lados. Stop. Y es que el amor nos pone una venda en los ojos que nos impide ver la realidad.

Mi mente no cesaba de repetirme que no. Mi cuerpo y mi alma no paraban de repetirme: soy para ti. Tómame ahora ó nunca. Hubo un par de insinuaciones que sólo fueron eso: insinuaciones.

No me arriesgué. ¿Por cobardía? ¿Por precaución? Por amor. Nunca, desde que la conocí, me mencionó si tenía pareja. Perpleja yo continué ... amándola. Aunque fuese en secreto.

Mi secreto.¿Nuestro secreto? No lo sé. Ahora sé la verdad. Pero daría mi vida entera por saber su verdad. El tiempo siguió su rumbo, el que fuese que fuese a dar: al mar.
Nos vimos en el mar. Junto a su cala más amada. Yo con mi amada y con su mirada. Llevaba gafas. Yo también las usaba. Tampoco nombró a su amor. Tardé en verla ... a ella.

Tomamos otro café. Sin espectativas de ningún tipo por ninguna de ámbas partes. Deseé abrazarla, coger gentilmente su mano cuan dos enamorados en busca de ... no sé qué ...

No cesaba de repetirme: no, no, no ... mas el alma ha de ser tan fielmente cruel para llevarnos la contraria. Y el tiempo retomó su camino instintivamente.

Una conversación sobre arte. Sobre la vida. Sobre el mar. Me interesé por su forma de escribir ... con puntos suspensivos. Tres puntos suspensivos para no dar nada por ... definitivo.

Tres eran los hijos de Andrés. Tres los elementos que hablamos. Y tres las palabras que describen a una persona: nombre y apellidos. Y tres las hijas que desearía tener con ella:Nieve,Roma y Etiam.

Obviando la realidad no se consigue absolutamente nada. Sólo conseguimos que las cicatrices no se curen. Aunque ellas permanecerán y el tiempo no las borrará.

Volvió a surgir distancia entre ámbas almas. El abrazo que le sugerí no me lo devolvió. Lo cual me daba pistas de que no me amaba ... tanto como yo a ella.

Aunque como dicen: “ojos que no ven, corazón que no siente” Yo seguía y sigo sintiendo la misma pasión por ella que entonces. Entonces mi vida tomó caminos inesperados.

Huí: de ella y de todo lo que más amaba en éste catótico y eterno encuentro. Necesitaba oír su voz, al oído, y que me susurrase que me amase. Pero no lo hizo. Nunca sucedió lo ansiado por mí.

Huí y huí de ella a través de tempestades, de mares, océanos y gentes diferentes a lo inesperado. Decidí ir a un país lejano para aprender de lo ajeno para observar lo nuestro con esperanza.

Esperanza de que algo cambiase entre nosotros dos. Que fuese más ayá de una mera y sencilla amistad. Admiré con asombrosa quietud el anochecer desde la distancia.

Admiré a gentes de las que pude aprender algo más que su idioma. Me asomé a distintos formas de ver la vida. Me comuniqué como pude. Sin perder la perspectiva que da el sinvivir.

Pude comprender la belleza de los detalles más ínfimos. Que posteriormente me llevaron a llamarle. Con exasperación llamé a quién tanto he amado.

Le brindé la declaración más explícita de amor que había hecho hasta entonces. Le pregunté sin descaro alguno si sabía lo que significaba su nombre en un idioma que los dos no comprendemos.

Fue la primera llamada que realicé al llegar al mismo país dónde hemos habitado hasta entonces. Ingénuamente le pregunté si sentía algo por mi persona. Solamente cariño.

No supe qué contestar. Pues cariño se le puede tener a un teléfono o a una mesa. Especiales éstos aparatos, mas no a una persona. Me quedé sin poder pronunciar nada más.

Una inmediata mudez se apropió de mí. Me quedé inmóvil. Lloraba y lloraba sin cesar, sin expresar mis sentimientos a ningún ser viviente. La soledad se había introducido en mí. No supe que decir.

A mi llegada sólo tenía mi alma y su recuerdo. El amor me sobrepasaba. Deseaba morirme y me quedé en la quietud. Como quien descubre lo indescifrable ... ¿Qué podía hacer?

Hacer. Un día no aguanté más de lo que podía haber aguantado ya. La llamé y supe que tenía su corazón ocupado por otra alma. Dichosa alma!!

Cuan Wendy en busca de el país de nunca jamás me dediqué ofuscadamente a redactar el regalo más delicado dedicado a mi “no-amor” correspondido.

Sin esperanza alguna me entregaba fielmente a la literatura, buscando nombres, palabras ... con su recuerdo en mente que no cesaba de repetírseme.

Sin esperanza alguna deseaba compartir con ella ansiados y determinados momentos que nunca se han producido más que en mi perversa mente.

Sin esperanza alguna comencé a recorrer calles sin cesar. Me entregué a otra de mis pasiones que permanecía semi-oculta. Dramáticamente me entregué sin máscara alguna.

Obtuve grandes gratificaciones de quien me ha querido. Trabajé y trabajé. Intentando reconstruirme por dentro y por fuera. Me cerré a que alguien se metiese en mi cuerpo.

En cuerpo y alma dedicada a otros menesteres observaba cómo la realidad traspasaba mi alma. Confusa por tantos sentimientos que me transbocaban al mero fracaso.

Había días en que los que apenas existía. Estábamos sólo mi empeño por cambiar éste pequeño mundo y yo. No cesaba de sorprenderme.

Me imbuí en un caos creativo. Sin dejar espacio al amor más que en la ficción. Me vaciaba por dentro llenándome por fuera. Necesitaba tanto al trabajo como yo a él.

Y lo peor estaba por suceder. Recuerdo vagamente el motivo. Sólo recuerdo la sensación. La sensación de ... no querer seguir. De sentirme sin motivaciones.

Lo que ocurrió no lo recuerdo. Recuerdo que dormí y dormí sin cesar. Sólo con la sensación de no-estar. De no-sentir. Me maldije por haberla conocido. Maldije todo lo que había hecho.

Y no-hecho. Me maldije con lágrimas en el alma y no quise volver a verla. Más bien deseaba amarla tanto y decirle que mi amor por ella nunca se ocultaría tras ningún cristal opaco.

Decidió hablar. Mi sorpresa fue brusca, inesperada, inaudita ... en sus palabras se despedía con un beso. No podía ser!!! De hecho no lo fue. Hablamos y la mudez se volvió a apoderar de mí.

Su no fue un duro golpe en mi alma. Mi ansiado regalo fruto del esfuerzo y del amor por ella la había dañado. Perdón. Sólo le puedo pedir eso. Mas arrepentirse es de ineptos.

Porque hay veces, las más, en que prefiero arrepentirme de lo hecho y no de lo no-hecho. Sus palabras poseían: rencor, dolor y un poderoso sentimiento de veneno. La comprendí. Soy así.

Mis lágrimas surcaban mi alma sin cesar. No sabía a quién implorar, si es que se podía implorar a alguien. Quizá a ella: su perdon. O quizá a su orgullo dañado.

Desde aquel entonces no supe de su vida. A pesar de que la deseaba en cuerpo y alma ya tenía lo que yo no quería su NO eterno. Desde aquel entonces desaparecí de su vida.

Seguí trabajando por un tiempo no demasiado largo en mis quehaceres cotidianos. Reflexioné, le seguí escribiendo. Creando las mejores palabras que he creado.

Fui creando a una persona totalmente distinta hasta entonces. Prohibiéndome amarla conseguiría por lo menos evitarle sufrimientos inútiles para ámbos.

Pasaron días, segundos, anocheceres, meses ... canciones sin sentido alguno. Mi vida mudó. Me invuí en una vida sin complicaciones. Con monotonía y sin explicaciones.

Pero en el momento en que la olvidé: su recuerdo volvió a mí sin llamar a mi puerta. Por muy ciegos que permanezcamos el amor no se muere: permanece y no-perece.

Y wendy creció ... en mi interior. Volví a escribir, a escuchar música, a comunicarme con el resto del exterior. Había pasado el suficiente tiempo como para dejarme de mentir.

Porque la mentira sólo oculta la verdad. Y se puede huir de todo menos de la verdad: de la nuestra. Que es la única que nos ha de importar.

Caminé y caminé. No se pueden ni imaginar cuántas millas he recorrido para retomar el mismo camino ... el que un día me llevó hacia ella.

Y, por algún motivo, desconocido para mí nuestros caminos se cruzaron por una noche. Sin palabras se llega a muchos lugares. La deseé con auténtica devoción.

Pues tengo grabado a puño y letra el sentimiento que siente hacia mí. Lo inesperado, lo inocuo, lo ... no-amado hacia alguien. Después de tanto sufrimiento me creí sentir libre.

Ahora, en éstos momentos, la sigo amando hasta el infinito. Escuchando músicas que nos harían amarnos con auténtica pasión. Recreando momentos pasados y añorados.

Imaginando situaciones ficticias, irreales pero únicas en el tiempo. La sigo amando y, gracias, a éstos escritos puedo transmitirlos. Desearía con toda mi alma que le pudiésen llegar y traspasar.

Traspasar la realidad que fue un día, que me hizo huir deseperadamente para reencontrarme otra vez contra la pared; contra lo mismo: el desamor.

Porque si el desamor es odioso no me quiero ni imaginar lo maravilloso que sería el amor. Y es que en ésta historia lo que no hay es un beso de amor.

Por todos los medios intenté hacerle ver que lo sentía. Que sentía lo que sentía, es decir que no lo sentía. Que en ésta historia no existen culpables: sólo somos víctimas de nuestras circunstancias.

O eso dicen. Aunque he de reconocer que lo que digan o digan me sea indiferente. Pues todo lo ocurrido es ya parte integrante de unas sencillas palabras: “yo te amo”.

Tres palabras. Tres cafés. Tres encuentros. Y fruto del factor suerte. Que cupido no atinó y todo eso. Porque no hay peor que enamorarse de quién no se ha enamorado de ti.

Porque Wendy creció. O eso dicen. Y ésa Wendy es la Wendy que todos y todas llevamos dentro. Quizá la pasión ... quizá el amor ... quizá el orgullo ... quizá una sencilla razón para seguir ... creciendo.

Porque dicen: “Hace falta mucho valor para reconocer lo que amamos”. Y también dicen: “Es una catástrofe mundial el no poder obligar a que nos amen”.

Desde la distancia, con la perspectiva que me da una supuesta madurez me quedo sin palabras, otra vez, al observarla y no poderle decir lo mucho que la he deseado todo éste tiempo.

Desde la distancia, desde la inocencia, desde la paciencia, desde el corazón no ceso de repetirme:
“En el amor vale todo” (aunque no se pueda comprar).


AMEN











He de darle las gracias a quienes han osado leer
éstos “versos libres” compuestos por tres estrofas.
Gracias a ella no lograría conseguirlo: Gracias etiaM.
Gracias a los que un día me dieron la luz:
Lucía.
No quiero obviar a Marlango (de tres sílabas!!) por componer Trains –entre otras-
Y a Win Mertens: “Close Over”
Y a Capercaille: “Prince of Fire”
Bueno y a mi abuela: “La felicidad en estado puro” por ser la mejor abuela que haya pisado ésta dichosa tierra. Te lo debo a ti: un beso.


Porque lo mejor aún está por llegar

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